El mundo financiero está hecho un relajo
La Organización Mundial de la Salud declaró una pandemia de coronavirus. Acto seguido, las bolsas de valores a nivel mundial empezaron a colapsar. La crisis económica parece no tener fin y los mercados financieros están de cabeza. Estamos haciendo historia, pues la economía mundial no había sufrido caídas tan fuertes en décadas.
Todo comenzó cuando el Presidente de Estados Unidos informó que los vuelos hacia y desde Europa serían suspendidos. La situación comenzó a movilizarse y el panorama se veía negativo. El coronavirus se sigue propagando por el mundo y el nivel de contagio aumenta minuto a minuto. Las bolsas de valores a nivel global están sufriendo fuertes sacudidas. Hace unos días, Wall Street cerró con el peor desempeño y perdió gran parte de su valor.
La Bolsa de Nueva York cayó a niveles históricos y, según los analistas expertos, perdió el veinte porciento de su valor. El índice de volatilidad de Wall Street alcanzó su nivel más alto en más de una década. El pánico no se detiene y el miedo se sigue infiltrando por terrenos inciertos. Los mercados financieros están sufriendo grandes crisis, y los especialistas no ven luz al final del túnel. Nadie sabe cuándo tendrá fin la historia del coronavirus. La pandemia afecta diversos sectores y todo está hecho un embrollo. Los viajes, los negocios y la vida cotidiana se están viendo afectados de manera considerable.
El mundo está de cabeza. Las plazas bursátiles de Europa disminuyeron notablemente después de que el Banco Central Europeo (BCE) aprobara estímulos económicos destinados a luchar con los costos del coronavirus. Aparentemente el BCE otorgará prestamos e instrumentos de liquidez a las entidades bancarias con mejores tasas de interés. El BCE busca aumentar sus compras de activos, al menos por unos meses más.
Los mercados mundiales están sufriendo grandes pérdidas, y, al parecer, ninguno se ha salvado aún. Las ventas de pánico se intensifican minuto a minuto. En resumidas cuentas, el mundo financiero está hecho un relajo. ¿Qué sigue?