Se pierde la confianza laboral

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El desempleo fue una de las grandes tragedias de la pandemia, al menos en nuestro país. La economía cayó, millones de empleos de perdieron y un sinfín de familias mexicanas se quedaron en las calles. Infinidad de trabajadores se vieron en la necesidad de buscar fuentes alternas de ingresos, pues sus entradas se vieron recortadas y sus ahorros no alcanzaron para cubrir sus necesidades básicas. 

La pérdida de empleo comenzó a ser una constante, pues infinidad de micro, pequeñas, medianas y grandes empresas de nuestro país despidieron personal y recortaron los ingresos de muchos. Las cortinas se fueron bajando y algunas nunca volvieron a subir, la actividad económica se puso en pausa y solo algunos negocios resurgieron después de meses de estancamiento.

La situación económica de nuestro país aún es frágil y las mujeres han sido las más afectadas. De acuerdo con diversos estudios, un alto porcentaje de mujeres siguen desempleadas y la pandemia carga con gran parte de la responsabilidad. Muchas buscan nuevas oportunidades de empleo, pero el clima financiero no ayuda y el cierre de colegios no contribuye a la obtención de un nuevo puesto laboral. 

Parece que vamos rumbo a la recuperación económica de nuestro país, pero mientras no logremos estabilizar el clima laboral, difícilmente conseguiremos impulsar un crecimiento real. Las oportunidades son pocas, las responsabilidades son compartidas y la falta de coherencia no favorece la recuperación del empleo formal. La informalidad va por delante, el desempleo sigue vigente y aquellos que no forman parte del sector formal tienen pocos derechos laborales. La esperanza se va perdiendo, la pobreza laboral va incrementando y las finanzas de nuestro país penden de un hilo. 

Distintos factores se van sumando a la ecuación y entramos en una era de trabajo sin subcontratación. Vivimos en una nueva realidad laboral, pues el outsourcing desaparece y pocas empresas generan incentivos atractivos a sus trabajadores. Los beneficios se van perdiendo, la confianza de muchos trabajadores disminuye y hay pocas ventajas. 

Necesitamos un balance, un punto medio que no prohíba, pero que tampoco permita injusticias laborales. Necesitamos recuperar la confianza para resolver el conflicto laboral de raíz e impulsar el crecimiento de la economía mexicana.