Aún hay esperanza

Aún hay esperanza

El mundo sigue dando vueltas sin sentido alguno y los efectos de la pandemia se hacen más evidentes con el paso de los días. La crisis económica y sanitaria no dejan de aparecer por cuanto terreno pasan y las repercusiones son cada vez mayores. El mundo entero está sufriendo los estragos del Covid-19, pero los pronósticos apuntan a que los países más pobres vivirán los efectos mucho más agudos. 

Las cicatrices que dejará la pandemia serán irrefutables, por lo que el Banco Mundial está haciendo lo posible por mitigar los efectos que no podrán negarse. De acuerdo con el presidente del Banco Mundial, poco a poco ha ido disminuyendo el capital humano, poco a poco han ido incrementado los niveles de pobreza y lentamente han ido aumentando los niveles de desigualdad a nivel global. El Banco Mundial está en busca de una solución viable que nos encamine hacia la recuperación económica, pero el sendero parece más complejo de lo esperado. 

El mundo entero está pasando por una crisis económica monumental. Las pérdidas han sido brutales y la recesión parece estar invadiendo a todos los territorios por igual. No hay por donde irle. El crecimiento económico global ha sido prácticamente nulo y se está viendo reflejado en distintos sectores. La crisis sanitaria no parece ceder, el sector educativo está más debilitado que nunca y la deuda incrementa conforme pasa el tiempo. 

La crisis de pobreza y desempleo van en aumento constante y los pronósticos a futuro no son muy alentadores. Cada vez más personas pierden sus empleos o reciben noticias de una reducción importante en sus ingresos. Cada vez más personas se incorporan al mundo de la pobreza extrema y las cifras van en aumento. Aún no tenemos claro el objetivo de la pandemia, pero sus efectos se están haciendo notar más que nunca. 

El mundo sigue dando vueltas y no se visualiza un freno a corto plazo. No hay sector que se salve y las proyecciones a futuro no parecen ser muy distintas. El presidente del Banco Mundial asegura que una vía de escape podría ser impulsar la salud y la educación en los países en desarrollo, así como apoyar a los países más pobres para que logren reducir sus niveles de deuda y consigan atraer inversiones exitosas.