Todos aprendemos sobre finanzas
La educación financiera es parte de la educación de cualquier ser humano. La educación financiera debería formar parte de la educación que recibimos de manera cotidiana y tendría que ser impartida con seriedad. Los hábitos se forman desde tempranas edades y, si hiciéramos conciencia de la importancia de la educación financiera como parte de nuestra formación natural, el panorama pintaría un tanto distinto.
Muchos aprenden a administrar sus finanzas personales cuando se enfrentan a una situación determinada que los obliga a adquirir conocimientos nuevos. Muchos aprenden a la mala, muchos aprenden tarde; indiscutiblemente todos aprenden. Muchos manejan su capital como pueden, sin tener conocimientos básicos, nociones generales ni entendimientos profundos. Muchos acumulan pensando que esa es la base del ahorro, dejando fuera de la jugada muchos elementos que son de suma importancia.
Es cierto que el ahorro es la base de toda inversión, pero ahorrar no es sinónimo de acumular. Ahorrar adecuadamente no es solo apartar capital y guardarlo debajo del colchón o en una alcancía. Ahorrar adecuadamente es destinar cierto porcentaje de nuestros ingresos a una meta específica y guardar este monto en una cuenta de ahorro. El ver el capital estancado no tiene ninguna función positiva, por lo que las inversiones son de gran utilidad.
Cualquier proceso tiene mayor probabilidad de éxito si se sigue una estrategia determinada. En temas de finanzas personales, existen un sinfín de estrategias, ideas y herramientas útiles, sin embargo, cada persona toma lo que le sirve y lo que le hace sentido. Ante todo, existen principios y consejos básicos que vale la pena conocer.
Los especialistas en finanzas personales sugieren hacer un cálculo de ingresos y gastos para poder destinar un porcentaje al ahorro. Cualquier porcentaje, por mínimo que parezca, es suficiente; cada persona determinará el monto que se acople a sus posibilidades. Lo importante es tomar en cuenta la situación económica personal de manera realista para tomar decisiones que vayan acordes a ella. Es esencial planificar y tener metas financieras específicas. Es crucial conocer nuestro perfil de inversionista y nuestra tolerancia al riesgo. Es vital tomar en cuenta el tiempo que tenemos y los plazos que buscamos.
A fin de cuentas, la idea es formar parte de una cultura de ahorro sana y realizar inversiones inteligentes. A fin de cuentas, la idea es adoptar hábitos financieros sanos para lograr buenos retornos y rendimientos. A fin de cuentas, la idea de toda inversión es diversificar y asumir riesgos. Demos nuestros primeros pasos hacia una estabilidad económica y una libertad financiera.