Cuando la certidumbre se transforma en incertidumbre
La vida es dinámica y va caminando. La vida es dinámica y va cambiando. La vida es dinámica y nos ayuda a ir modificando nuestra perspectiva. La vida es dinámica y puede cambiar de un instante a otro. Podría parecer que nuestra situación financiera va por buen camino, que vivimos bajo un esquema estable y que tenemos todo bajo control. Podría parecer que nuestra vida está en orden, nuestras finanzas gozan de salud y nuestro terreno es certero y de pronto sentimos que se nos cae el mundo encima.
La vida es certera y de pronto se vuelve incierta. La vida es certera y de pronto puede cambiar. La vida es certera y de pronto nuestros ingresos pueden disminuir, nuestro empleo puede irse por la borda y nuestras finanzas personales pueden comenzar a tambalearse. La realidad es que las cosas no tienen porque ser así. La realidad es que podemos proteger nuestras finanzas personales. La realidad es que podemos gozar de una salud financiera incluso cuando las cosas se salen de control.
Podemos blindar nuestras finanzas personales. Podemos tener pensados planes de acción en caso de imprevistos. Podemos crear un fondo para emergencias y podemos contar con distintas fuentes de ingresos. Podemos educarnos financieramente y elegir adecuadamente. Podemos mantenernos actualizados y no dejarnos llevar por las vicisitudes de la vida. Podemos planificar para intentar mitigar los efectos de alguna situación inesperada.
La vida cambia y puede arrastrar a nuestra situación financiera. La vida puede sufrir modificaciones y puede impactar a nuestras finanzas personales. La vida puede cambiar nuestra situación financiera en un dos por tres, por lo que es fundamental que estemos preparados. La vida puede transformar nuestra vida financiera, obligándonos a hacer ajustes que reflejen nuestra nueva realidad financiera.
La vida es dinámica y nos ayuda a ampliar nuestros horizontes. La vida es dinámica y nos permite tener una perspectiva distinta sobre nuestra realidad. La vida es dinámica y nos orilla a tomar decisiones tajantes, pero nuestras finanzas personales no tienen porque sufrir las consecuencias. Si la certidumbre se transforma en incertidumbre, no tenemos porque vivir cambios drásticos.