Algunos negocios no sobrevivieron

Algunos negocios no sobrevivieron

Las repercusiones económicas del confinamiento comienzan a surgir con la reapertura comercial. El semáforo naranja indica que muchos negocios pueden iniciar sus actividades. Muchos comercios alrededor de la República Mexicana abren sus puertas mientras un nuevo brote de contagios ronda por los aires. Algunos comercios amanecen con sus puertas abiertas al público, otros más con las cortinas bajadas y letreros que indican que no sobrevivieron a la crisis económica. Muchos empleos comienzan a reactivarse, otros más aún permanecen en pausa. La economía de nuestro país muestra debilidad y no resiste los cambios que ha traído consigo la pandemia. 

La reapertura económica es indispensable, sí o sí. El gobierno federal ha levantado las medidas restrictivas, dejando la responsabilidad a los habitantes del país. Ahora las decisiones serán individuales y cada ciudadano tendrá la alternativa de elegir las medidas que toma. El aislamiento ya es solo una recomendación. La sana distancia es una decisión personal. Las medidas restrictivas y el confinamiento son responsabilidades de cada ser humano. 

La actividad comercial comienza a levantarse lentamente. La economía comienza a reactivarse en vías de alimentar a las familias mexicanas, quienes aseguran que o mueren del virus o mueren de hambre. El riesgo corre por las calles y cada individuo tomará su propio camino. La economía de un país entero no puede permanecer en pausa eterna. Los negocios deben abrir sus puertas y adaptarse a la nueva normalidad. 

Las restricciones se levantaron para las actividades esenciales, aunque muchos sectores no esenciales se unieron a las nuevas medidas. Muchas micro, pequeñas y medianas empresas rectificaron que mantener sus actividades en pausa sería catastrófico tanto para la economía del país como para las fuentes de trabajo. Muchos sectores despertaron para darse cuenta de que millones de empleos se habían perdido.

La crisis económica no será eterna, pero tendremos que adaptarnos a la nueva normalidad.