Nos cayó de sorpresa
No veíamos venir la gran debacle financiera y de pronto todo se acumuló. Las finanzas de nuestro país cayeron, los efectos negativos salieron a la luz y millones de familias mexicanas quedaron tras las garras del pesimismo. El panorama económico se fue complicando, el mercado laboral fue registrando grandes pérdidas y la inversión extranjera desapareció. El desplome fue inevitable y nos cayó de sorpresa.
La Inversión Extranjera Directa a México (IED) registró una gran caída y los efectos han comenzado a relucir. De acuerdo con datos arrojados recientemente por el Banco de México (Banxico), la economía mexicana siguió atrayendo recursos a través de la inversión directa y de pronto comenzó a endeudarse. Los primeros meses del año en curso registraron una gran caída y seguimos viviendo las repercusiones financieras. Los recursos fueron disminuyendo, el crecimiento anual incrementó y se registraron déficits que golpearon al Producto Interno Bruto (PIB) de nuestro país.
Las finanzas mexicanas siguen frágiles, los mercados financieros registran un desempeño más optimista y las perspectivas a corto plazo incrementan conforme el proceso de vacunación va avanzando. Pese a todo, sigue habiendo riesgos latentes, las condiciones financieras globales aún no se estabilizan y el incremento de la inflación en el territorio estadounidense podría generar presión para aumentar las tasas de interés de los bancos centrales.
El clima financiero sigue tambaleante, los efectos de la crisis económica siguen presentes y no logramos enderezar los grandes embrollos financieros provocados por la pandemia. Perdimos nuestro lugar en el radar de inversión y no conseguimos recuperarlo, pues la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros está perdida y podría tomar años recuperarla.
Buscamos generar estrategias certeras para impulsar el crecimiento económico de nuestro país, pero mientras no juguemos con reglas claras, será complejo seguir el camino adecuado y recuperar las grandes pérdidas financieras.