Siempre hay lugar para un gustito
Todos podemos tener salud financiera y ganar la batalla de una mala organización. Todos tenemos la capacidad de poner orden a nuestras finanzas personales, de entender el universo que nos rodea y de dar carpetazo a un mal trago financiero. Todos podemos reconocer nuestros errores, modificar nuestros hábitos y encaminarnos hacia una mejor calidad de vida.
Reconocer que tenemos un problema es el primer paso hacia la solución. Tener claro que a veces nos tropezamos, nos equivocamos y vivimos las consecuencias de una mala organización financiera es clave para levantarnos y modificar nuestras estrategias. Entender que no somos perfectos, sino perfectibles, es esencial para no flagelarnos e ir aprendiendo sobre la marcha.
Los errores financieros atañen a todos, pues independientemente del grado de educación financiera que tengamos, podemos caer. Los errores financieros son inevitables y en algún momento de la vida nos toparemos con ellos. Lo bueno es que somos seres humanos, somos criaturas de hábito y nos equivocamos constantemente. Lo bueno es que aprendemos a partir del ensayo y error y que podemos reparar y redirigir nuestros pasos. Lo bueno es que caemos, nos levantamos e intentamos no volver a tropezar con la misma piedra.
Nuestros caprichos suelen convertirse en gastos hormiga que no percibimos y nuestros gustos suelen ser fugas de capital que no detectamos en el momento. Poco a poco nuestros bolsillos se vacían y aparece un efecto negativo sobre nuestras finanzas personales. De pronto nos damos cuenta de que aquellos gastos insignificantes hacen una gran diferencia en nuestra economía y no sabemos como revertir la situación.
Los gastos hormiga suelen dañar nuestros ahorros e infiltrarse en nuestras finanzas personales, por lo que es esencial que los detectemos a tiempo y que tengamos un plan de acción para erradicarlos. Las fugas de capital van invadiendo nuestra vida y van robando nuestra tranquilidad financiera, pero podemos frenar sus efectos si evitamos compras impulsivas, si dejamos de adquirir productos y servicios innecesarios y si nos apegamos a nuestro presupuesto.
Evidentemente nos desviaremos en el camino, pero si mantenemos nuestras finanzas personales en orden, siempre habrá lugar para algún antojo, para darnos un gustito y para gozar de la vida sin tumbar nuestras finanzas personales.