Educando desde temprano
Toda etapa de la vida conlleva a eternos aprendizajes, pero es en la primera infancia donde los conocimientos se solidifican y se cimientan en lo más profundo de nuestro inconsciente. Lo que aprendemos durante nuestros primeros años de vida es esencial, pues nos ayuda a organizar nuestra mente y nos permite crecer y convertirnos en personas responsables. Lo que absorbemos a edades tempranas nos ayuda a moldear nuestros pensamientos y nos permite tomar decisiones más inteligentes.
Dejar que nuestros chiquitos tomen control sobre su dinero es una estrategia sumamente acertada porque no solo nos ayuda como padres de familia, sino que permite que nuestros pequeños vayan tomando responsabilidad sobre sus actos y decisiones. Dejar que nuestros hijos comiencen a administrar sus recursos le abre los ojos a un mundo distinto y les permite cargar una gran responsabilidad en sus manos que, a la larga, les traerá grandes beneficios.
Permitirles tomar decisiones por cuenta propia estimula la inteligencia de nuestros chiquitos y les ayuda a hacer comparaciones más acertadas. Dejar que decidan por sí mismos, les ayuda a elevar su autoestima y a tomar decisiones financieras con mayor confianza y seguridad. Impulsarlos a decidir financieramente les ayuda a sentirse responsables y capaces de lograr sus metas, mientras fomentamos la paciencia y la tolerancia a la frustración.
Eventualmente, nuestros pequeños tendrán que adentrarse en el mundo del dinero, sí o sí, por lo que es nuestra responsabilidad como padres de familia invitarlos a abrir los ojos ante un mundo desconocido para ellos. Mientras más temprano comencemos, mejor será la calidad de vida de nuestros pequeños y empezar por cosas simples es lo óptimo.
Como cabezas de familia, podemos involucrar a nuestros chiquitos en las decisiones financieras del hogar, consiguiendo que aporten ideas propias y respetando sus opiniones. Como cabezas de familia, debemos ser congruentes y dar el ejemplo que queremos que aprendan, pero también debemos ser realistas y enseñarles con aquello que realmente poseemos. Entre más auténticos, mejor, pues nuestros chiquitos crecerán con raíces sólidas y alas para volar.