Después del ahorro

Después del ahorro

El ahorro es elemental y es parte de una cultura financiera sana. El ahorro es elemental y es parte de nuestra salud financiera. El ahorro es elemental y es parte de formar y mantener hábitos sanos en nuestro día a día. El ahorro nos ayuda a mantener estabilidad en nuestras finanzas personales. El ahorro nos ayuda a sentirnos seguros. El ahorro nos permite vivir bajo un esquema de paz interna. 

Lo ideal es que nuestra vida financiera comience durante nuestros primeros años de vida, pues es cuando más información logramos absorber. Durante las primeras etapas de nuestra vida, anclamos aprendizajes significativos que se vuelven parte de nuestro ser y conforman parte de nuestra integridad. Durante nuestros primeros pasos, adquirimos conocimientos que internalizamos y vamos solidificando con el paso del tiempo. Nuestra vida financiera formal comienza con el inicio de nuestra vida laboral y se mantiene durante el resto de nuestros días. 

Teniendo conocimientos sólidos en torno a nuestra salud financiera, será mucho más sencillo administrar nuestros recursos. El ahorro será algo natural y aprender nuevas estrategias nos ayudará a alcanzar la independencia económica. Guardar nuestros ahorros debajo del colchón no tiene ningún sentido, pues, a la larga, perderá su valor original. Por lo anterior, es crucial destinar parte de nuestros ahorros a un fondo para emergencias y otro tanto a realizar inversiones. 

Las inversiones son vitales, pues ayudan a que nuestro capital no se quede estancado. Las inversiones permiten que nuestro capital no pierda su valor con el tiempo. Las inversiones permiten que nuestro capital genere retornos y rendimientos. Para algunos, la mejor alternativa es invertir en los mercados financieros, para otros, en acciones, para algunos más, en fondos de inversión o en inversiones inmobiliarias. Para muchas personas es atractivo invertir en startups o en crowdlending.

En fin, las alternativas de inversión son infinitas, por lo que es elemental tomar en cuenta nuestro perfil de inversionista, nuestra tolerancia al riesgo, nuestro horizonte de inversión, la rentabilidad que ofrece cada inversión y algunos factores más. Asesorarnos es clave; ya tendremos experiencia.

No debemos ir a los extremos. Debemos aprender a tomar decisiones con inteligencia financiera. Debemos tomar las cosas con calma y decidir en base a nuestra propia realidad. Debemos aprender a priorizar, a planificar y a prevenir.