Cuando el mundo nos ahoga
Proteger nuestras finanzas personales es sumamente importante, especialmente cuando no sabemos el camino que nos espera. Blindar nuestros recursos nos asegura una mejor calidad de vida a futuro, pues no sabemos lo que nos depara el tiempo y las cosas pueden cambiar de la noche a la mañana. Asegurar nuestro patrimonio es esencial, especialmente cuando el exterior se ve modificado y nuestros hábitos financieros se ven obligados a dar pasos distintos.
Los seres humanos somos criaturas de hábito y muchas veces nos cuesta trabajo dar pasos distintos a lo planeado. Los seres humanos tendemos a buscar elementos que nos brinden seguridad y anclarnos a ellos para sentir estabilidad interna. Los seres humanos tendemos a analizar nuestro entorno y a implementar estrategias que nos sean funcionales. Sin embargo, el mundo externo no siempre es tan certero como pensamos, por lo que debemos estar preparados para los imprevistos de la vida.
Cuando el exterior es tambaleante, debemos adaptar nuestros recursos internos y modificar nuestras estrategias financieras. Cuando el mundo externo nos presenta un escenario volátil, debemos hacer uso de herramientas distintas para superar el mal trago con mayores aprendizajes. Cuando el universo parece estar en nuestra contra, debemos pensar de manera distinta y hacer ligeros cambios en nuestros hábitos para que nuestro estrés financiero no se dispare.
Lo primero es lo primero, debemos hacer un análisis realista de nuestra situación económica e identificar aquello que es esencial para nosotros. Debemos pensar en nuestras prioridades y establecer parámetros claros para no perder de vista ningún detalle. Debemos entender nuestras motivaciones y tener presente aquello que necesitamos para vivir. Debemos identificar los productos y servicios que nos son indispensables y hacer una lista clara y categorizada.
Lo primero es lo primero, debemos conocer el terreno sobre el cual estamos parados y compararlo con el ambiente que nos rodea. Debemos asegurarnos de que nuestras necesidades básicas estén cubiertas y luego comenzar a construir un fondo para emergencias. Debemos pensar que un colchoncito financiero nunca está de más y podría salvarnos cuando sentimos que el mundo nos ahoga.