Buenos hábitos desde pequeños
Una buena herencia es de las mejores cosas que podemos dejarles a nuestros hijos y que mejor que una herencia que incluya una educación financiera sólida y hábitos financieros sanos. Nuestros pequeños aprenden sobre la marcha, detectan lo que ven y escuchan, perciben el medio que los rodea e internalizan todo aquello que les hace sentido. Nuestros chiquitos obtienen conocimientos desde sus primeros días de vida, por lo que nunca es demasiado temprano para que comiencen a construir su futuro financiero.
Una buena educación financiera es clave y desde la primera infancia podemos sembrar conocimientos en la mente de nuestros hijos. Una buena educación financiera les ayudará a entablar una relación sana con sus recursos y les permitirá aprender a manejar sus finanzas de forma saludable. Una buena educación financiera es esencial para vivir con tranquilidad y alcanzar la independencia económica a futuro, y que mejor que enseñar las bases a través del juego.
Es de común conocimiento que el trabajo de las niñas y los niños es el juego, pues a través d actividades lúdicas experimentan y aprenden. Sabemos que las niñas y los niños son sumamente perceptivos y aprenden a través de su entorno. Sabemos que nuestros hijos detectan lo que ven en nuestras conductas, por lo que predicar con el ejemplo es vital.
Es elemental que les enseñemos a nuestros hijos a ahorrar, que tengan claro el valor del trabajo y que poco a poco vayan construyendo su propio fondo para el futuro. Es crucial que les enseñemos a nuestros hijos a tener una relación sana con su capital y que desde pequeños vayan haciendo aportaciones diarias a su alcancía o a su cuenta de ahorro. Es fundamental que, como padres de familia, conozcamos las alternativas que ofrecen las entidades bancarias y ayudemos a nuestros chiquitos a construir su futuro financiero desde la primera infancia.
Nunca es demasiado temprano para que nuestros pequeños abran los ojos ante el universo financiero y aprendan a administrar sus propios recursos. Nunca es demasiado temprano para involucrar a nuestros hijos en las finanzas del hogar. Nunca es demasiado temprano para que aprendan a tener paciencia y para que sepan que, muchas veces, la gratificación instantánea no es lo óptimo.