Educación financiera para niños
Entre más temprano se adquieran hábitos relacionados con el capital, mejor pronóstico tendrá la persona a nivel financiero y económico. La educación financiera debe empezar en la infancia, sin embargo, durante los primeros cuatro años de vida, las niñas y los niños aún no logran diferenciar lo que es suyo y lo que no les pertenece. Los especialistas en finanzas personales sugieren que el aprendizaje concreto sobre temas de ahorro e inversión se comience a transmitir formalmente a partir de los cuatro años de edad.
Los cuatro años es una buena edad para que los pequeños comiencen a empaparse de nociones financieras. Es evidente que las explicaciones que se les brinden a los chiquitos deberán de ser acordes a su edad y a sus habilidades individuales. Los padres de familia pueden iniciar enseñándole a sus pequeños el valor de cada moneda y el valor de cada billete. Juntos podrán realizar ejercicios que incluyan sumas y restas con estos elementos. Juntos podrán convertir cualquier compra en una experiencia de aprendizaje. Las niñas y los niños adquirirán conocimientos sobre el precio y el valor de las cosas, así como sobre el concepto de compraventa.
Es elemental que los pequeños entiendan que, para adquirir determinado producto o artículo, se debe hacer un intercambio de capital por bienes. Es fundamental que comprendan que no se puede tener todo y que hay que apegarse a un presupuesto previamente establecido. Las niñas y los niños aprenden por aprendizaje y error y por experiencias propias, por lo que es indispensable que los padres de familia les permitan cometer errores a nivel financiero, a pesar de que tengan claro que quizá no sea la mejor alternativa.
Una vez que los pequeños tengan claros los conceptos anteriores, estarán listos para aprender a administrar su propio dinero y a establecer un presupuesto. En este momento, podrán recibir cierto monto de manera semanal, el cual deberán administrar de manera inteligente para adquirir aquello que desean, apartando siempre un pequeño porcentaje. Poco a poco comenzarán a entender las bases del ahorro. Para hacer más hincapié en este punto, podría ser buena idea visualizar una meta específica, acode a la edad del niño. El forjar el hábito del ahorro será de gran beneficio para el futuro, además de que hará más fuerte su capacidad de demora. Es sumamente importante que la cantidad brindada siempre sea la misma y que si por alguna razón se modifica, sea debido a acciones o comportamientos complementarios. A través de esta estrategia, los pequeños comenzarán a entender que ganar capital requiere de esfuerzo.
Es elemental que las niñas y los niños tengan un panorama amplio sobre el manejo de sus finanzas personales y que aprendan a dividir su capital de manera consciente. El apoyo de los padres de familia es indispensable y una guía adecuada es fundamental. Lo ideal es que utilicen máximo cincuenta porciento del capital obtenido para gastos que les generen una sensación de placer, que ahorren mínimo el veinte porciento, inviertan un mínimo de veinte porciento y donen el diez porciento restante.
Las estrategias son infinitas. Lo importante es fomentar una cultura de ahorro e inversión sanas desde las primeras etapas del desarrollo. Lo importante es conocer a cada pequeño para utilizar las herramientas adecuadas. Lo esencial es que los pequeños adquieran hábitos sanos referentes a las finanzas personales para convertirse en adultos productivos y con cimientos sólidos en el terreno.