Ahorro inteligente

Ahorro inteligente

Todo en la vida inicia con un aprendizaje obtenido a partir de experiencias. Debido a que nadie nace sabiendo todo, muchas veces las personas no piensan en metas concretas y les cuesta trabajo dar el primer paso para elaborar un plan de ahorro y ver las cosas a futuro. Muchas veces es una combinación de falta de conocimientos, escases de herramientas adecuadas y falta de organización en el tema. 

Un ahorro inteligente no tiene nada que ver con la acumular dinero. La acumulación de capital es tan solo guardar una cierta cantidad y utilizarla como un colchón para gustitos. Muchas personas ven estos gustitos como metas, pero no son lo mismo. Ahorrar de manera inteligente tiene que ver con una cultura del ahorro, una manera de tener paciencia, esperar e ir realizando pequeñas inversiones personales con el objetivo de cumplir una meta a futuro, una meta que generalmente es mucho más grande y que implica pequeños sacrificios en el camino. Al final del sendero, los beneficios obtenidos son infinitamente mayores.

Una manera sencilla y concreta de entender el ahorro inteligente es a partir de frascos. Algunos expertos en finanzas hablan de “ponerle nombre al frasco”. Este concepto requiere de una planeación indispensable y el establecimiento de metas de ahorro a partir de listas personales. Los expertos incitan a la persona a realizar una lista de organización por prioridades o una lista que vaya de lo más fácil a lo más complicado. Esta lista es sumamente personal y debe ser pensada conscientemente para lograr cumplir con ella. A pesar de su singularidad, en la gran mayoría de los casos incluye pagos de deudas y fondos de emergencia. 

Una idea que ha resultado útil es realizar una tabla con tres columnas: meta de ahorro, monto aproximado y notas personales para identificar los objetivos. Se recomienda elegir una o dos metas a la vez, las cuales la persona deberá hacer más específicas aún, es decir, agregar una columna para establecer el tiempo aproximado en el que desea cumplir la meta y otra en donde se anote la cuenta de inversión en la que depositará este monto. Estas cuentas generan rendimientos, por lo que son mucho más eficientes que guardar dinero en efectivo. 

Una vez que se tiene lo anterior, empieza a operar la educación financiera que ha recibido el individuo. En este momento se pondrán a prueba las estrategias de ahorro que ha aprendido para ver si realmente tiene el compromiso de iniciar el mes separando el 10% de sus ingresos para el ahorro. Si aún es una tarea difícil, algunas instituciones bancarias promueven el ahorro ayudando a la persona a domiciliar este monto.