Hay países que tienden a ahorrar más que otros, hay personas que tienen el hábito del ahorro mejor instaurado, hay sociedades enteras que encuentran estrategias viables para lograr una vida financiera sana. Tal es el caso de los países nórdicos, quienes tienen mayores tasas de ahorro debido a la disponibilidad de la renta fija que poseen. La renta disponible tiene que ver con la cantidad de capital con el que cuenta un país para consumir y ahorrar.
Los hábitos de consumo han cambiado, y, por lo tanto, las estrategias de ahorro e inversión de muchas personas se verán afectadas. Las crisis tienden a generar cambios en el comportamiento humano. Las crisis tienden a hacernos pensar en el futuro y tienden a enseñarnos a ver las cosas desde otra perspectiva. En términos de finanzas personales, una vez que una crisis termina, el panorama tiende a ser distinto y vemos el ahorro con otros ojos.
México ha pasado por diversas crisis económicas, pero ninguna parece ser como la que estamos viviendo actualmente. Nuestro país ha vivido momentos de incertidumbre económica durante varios meses y los especialistas pronostican que la recuperación se llevará a cabo de manera paulatina. Al parecer, es elemental que, tras una caída financiera de gran magnitud, la reactivación económica se dé paso a paso.
La capacidad de ahorro va en torno a dos vías. Por un lado, están involucrados factores psicológicos, genéticos y elementos relacionados con experiencias previas. Por otro lado, está la región a la cual pertenecemos y el lugar de donde venimos. Todo influye y todo tiene un impacto sobre la manera en que actuamos y nos comportamos. Nuestro aprendizaje va en torno a lo que vivimos, lo que vemos y lo que escuchamos. Las finanzas personales son elementales dentro de nuestro vivir cotidiano, y darles una connotación positiva hace una gran diferencia.
El Covid-19 ha marcado una era. La pandemia del coronavirus ha marcado un rumbo distinto, tanto a nivel global como dentro de nuestro país. México enfrenta dos grandes retos: el desempleo y la pobreza. Los analistas expertos coinciden en que estos dos elementos no parecen ser una buena combinación, al menos no para un país que no aparenta estar preparado para hacer frente a la crisis actual.
El hábito del ahorro es la base de unas finanzas personales sanas. El hábito de ahorrar e invertir debe ser parte de nuestra lista de prioridades. La connotación que le demos a nuestras finanzas personales desde edades tempranas surtirá efectos a lo largo de nuestra vida. Es elemental establecer cimientos sólidos a partir de los cuales construiremos la base de nuestra independencia económica y nuestra libertad financiera.
La incertidumbre y el temor se mantienen dentro de muchos hogares mexicanos. La economía está por comenzar a reactivarse, pero muchos no están seguros de querer dar el siguiente paso. A pesar de que muchas personas buscan dar fin al confinamiento, muchas otras tienen un fuerte temor al futuro cercano, pues no sienten que el país esté preparado para enfrentar los cambios que se avecinan. La incertidumbre está presente y la falta de credibilidad de la información proporcionada por el gobierno federal crece día a día.
La educación financiera es un tema que genera gran controversia. Muchos países no están preparados en el terreno y la educación financiera no parece ser un elemento prioritario, pero lo es. La importancia que le demos a la educación financiera de los integrantes más pequeños de la familia hará una gran diferencia en sus vidas. El acento y el ímpetu con el que brindemos conocimientos relacionados con finanzas personales marcará una gran diferencia.
La realidad será otra. La nueva normalidad está en puerta. La pandemia cambiará nuestra visión de muchas cosas, incluyendo la economía mexicana y la economía global. Quizá veamos más inteligencia artificial en los diversos procesos. Quizá la robótica acapare las cadenas de suministro. ¿Estamos preparados?
El ahorro trae consigo grandes retribuciones, pero, por alguna razón, a muchos les parece sumamente complejo. Es evidente que el ahorro mejora significativamente la calidad de vida de las personas. Sin embargo, debido al esfuerzo que implica y a la autodisciplina y constancia necesarias para lograrlo, muchos individuos lo viven como un sueño frustrado.
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